miércoles, abril 19, 2006

De ratones y hombres (II): el análisis.

Bueno, queridos fans, aquí estamos otra vez. Dado que cuando hablo de este tema me salen unos tochos de tamaño king-size voy a ahorraros las introducciones pretendidamente ingeniosas y voy a ir directo al meollo.

Como ya quedó claro en la primera parte, en la que se hizo una breve (es un decir) crónica de los últimos años del Madrid, el club está pasando por una muy complicada situación, a cuyo análisis vamos a dedicar estas líneas.

Aunque no creo que haga falta decirlo, el problema real no es que se jueguen peor o mejor o que se ganen o pierdan unos cuantos partidos. Eso son ciclos y es algo que ocurre en las mejores familias. Lo realmente grave es la situación de desmoronamiento general que afecta a la institución en su conjunto, desde la cúspide (es decir: la presidencia) a la base (lo que se puede entender referido, aunque ganen más dinero que un torero bueno, al primer equipo, que es quien juega los partidos que nos hacen llegar contentos o cabreados los lunes a trabajar). Esto, como todo lo ocurrido, bueno o malo, desde Julio de 2000 tiene como principal responsable a un hombre: D. Florentino Pérez.

Durante casi todo su mandato he sido un firme defensor de Florentino y de su gestión dentro del club. En contraste con el presidente al uso de un club de fútbol español, forofo, populista y algo cateto, daba la imagen de un hombre tranquilo, respetuoso con el adversario, y sobre todo profesional y calculador, que dejaba el fútbol para los técnicos (léase Pirri, Del Bosque, Valdano, etc.), excepto para fichar jugadores que parecían una apuesta segura (Figo, Zidane, Ronaldo) y encima daban dinero, que ha sido el punto fuerte del club estos años.

Bueno, pues no ha sido así. Esta ficción se mantuvo, a trancas y barrancas, mientras los resultados deportivos respondieron pero cuando estos fallaron la cosa se derrumbó. En los últimos tiempos ha quedado claro, para cualquier aficionado que esté medianamente informado de lo que pasaba en el mundo del fútbol patrio, que la mente pensante que tomaba las decisiones relevantes en el Madrid, fueran del tipo que fueran, era Florentino Pérez. Con la ayuda (es un decir) de un puñado de personas de su confianza, decidía quien era el director técnico (Valdano, Butragueño, Sacchi, Floro), a quien luego no haría caso, quien sería el entrenador (Queiroz, Camacho, Gª Remón, Luxemburgo, López Caro...) al que luego pondría bajo sospecha y quitaría autoridad ante el vestuario, los fichajes (un año vienen Owen, Samuel y Woodgate, al año solo sigue este último, al que no hay donde colocarle porque está cojo; no se quieren fichar centrales o centrocampistas de contención y luego se fichan a patadas... sin resolver las carencias del equipo), etc. Ese, sin duda, es el motivo que explica la espantá de Camacho. Peor aún, resulta que es tan forofo como el que más, recurriendo a todos los trucos que los presidentes de siempre han utilizado para salir del paso cuando los resultados no acompañan: culpar a los árbitros, imputar las críticas a su gestión al "antimadridismo" de algunos medios, echar al entrenador (después de delegar en él la composición de parte de la plantilla, como se hizo con Luxemburgo a comienzos de esta temporada), fichar, gastando una pasta tremenda, de cara a la galería (Owen, Robinho... los fichajes estrella de los dos últimos años son buenos jugadores, sin duda, pero no lo que necesitaba el equipo), todo valía para intentar capear el temporal. Como, además, no había ninguna autoridad técnica real en el club que pudiera hacer algún contrapeso o a la que se tuviera mínimamente en cuenta, resultaba que los bandazos del presidente se han traducido en la pérdida del timón de la política deportiva del club, que ha brillado por su ausencia en los últimos dos años. Es cierto que la política de "Zidanes y Pavones" y fútbol espectáculo se llevó demasiado a rajatabla y carecía totalmente de flexibilidad ante las circunstancias y necesidades de la competición, pero desde entonces no hay ninguna otra que la sustituya, habiendo tan solo una gran y creciente necesidad de ganar algún titulo, "por lo civil o lo criminal", que no hace más que crear ansiedad a todos los niveles (directiva, cuerpo técnico, plantilla y afición) y paradójicamente, hacer más difícil la consecución de éstos. Mézclense en una coctelera estos ingredientes con una plantilla aburguesada y acomodaticia (en buena medida, como él mismo vino a reconocer en su discuro de despedida, por culpa del presidente) y un(os) entrenador(es) sin autoridad y se encontraran con el fracaso de los últimos años de la primera plantilla de fútbol del Real Madrid.

Pero, a pesar de todo, esto no es lo peor. Si solo fuera eso, estaríamos ante una grave crisis deportiva en el equipo de fútbol, que resolveríamos como siempre, tragando saliva, añorando los buenos tiempos pasados y esperando los mejores por venir; es decir, estariamos como hace dos meses. Hace aproximadamente ese tiempo, el presidente nos dejó en la complicada situación en que nos encontramos ahora, añadiendo a una plantilla bajo sospecha (como corresponde a un equipo del Real Madrid descartado por tercer año consecutivo de la lucha por los títulos y con dificultades para meterse entre los cuatro primeros) y a un entrenador interino la inestabilidad en la cúpula del club, al dimitir como presidente el pasado día 27 de Febrero de 2006.

No voy a discutir el hecho de que debiera dimitir Florentino. Como ya he dicho, era en gran medida responsable de la muy mala situación deportiva del club. Pero el capitán debe ser el último en abandonar el barco. No creo que haya demasiada gente que dude de que lo suyo fue una huída en toda regla. Otra espantá, mucho más grave que la de Camacho. Pero lo malo no fue solo eso. En un acto caciquil sin precedentes (por lo menos, yo no recuerdo nada igual en la historia reciente del Madrid) se permitió el lujo de nombrar a dedo a su sucesor, un desconocido vocal de la directiva, un tal Fernando Martín. Con este acto no solo cometió la irresponsabilidad de borrarse en el peor momento, cuanto más falta podía hacer la estabilidad que pudiera hacer dado el presidente que llevaba en el cargo desde Julio de 2000, sino que puso en su lugar una persona carente de todo tipo de legitimidad moral para ejercer la presidencia (no había sido votada por los socios, estaba nombrado a dedo por el anterior presidente, por lo que además se le veía como un títere, era totalmente desconocido, etc.) con la pretensión de que agotara el mandato de la junta, que expiraba en Julio de 2008. Esto solo sirvió para dar la impresión de que era un presidente transitorio, pero como no se convocaban elecciones, se encontraba en una permanente transitoriedad, lo que llevaba a la situación de desmoronamiento general a la que me refería al comienzo del artículo. Si de verdad tenía que dimitir Florentino, tenía dos opciones mucho más presentables: seguir hasta final de temporada, aguantando el chaparrón (pitadas, desgaste personal y de su imagen...) pero ayudando también a hacerlo al club al que había dirigido todos estos años o convocar elecciones, quedandose él (preferiblemente) o cualquier otro (dado que quería evitar el mal trago de este final de temporada) al cargo del club mientras éstas se celebraban. Pero optó por lo que finalmente hizo, con el fin de escapar del desaguisado que (como mínimo) había contribuido a crear y al mismo tiempo, seguir manejando, en mayor o menor medida, los hilos en la sombra, con un presidente nombrado por él mismo y una junta directiva totalmente fiel a sus ideas y su persona. A esto debemos el bochornoso sainete del breve mandato de Fernando Martín, que ahora pasamos a comentar.

A pesar de todo, resultó que Martín (¿quién lo iba a decir?) tenía ideas propias y no estaba teledirigido por su antecesor. Su objetivo claramente era uno: seguir como presidente. Como tenía claro que en la situación en la que se encontraba al llegar al cargo tenía difícil ganar unas elecciones no tuvo dudas: no las convocaba. Su plan debía ser ponerlas en marcha dentro de un año, cuando hubiera podido ganar algo (aunque la verdad es que esto es mucho suponer) para presentarse con garantías de ganar (sin recordar el antecedente de Lorenzo Sanz en 2000, que perdió después de ganar la Copa de Europa). A pesar de que, una vez eliminados de la Champions, no había casi objetivos deportivos por pelear y podía haber habido presidente nombrado por la urnas a finales de abril o comienzos de mayo (con tiempo para preparar la temporada siguiente), se resistía a adelantar las elecciones porque no era "el momento oportuno". El momento oportuno ¿para quién? ¿para el club o para él?.

El resto de su actividad estaba encaminada a una sola cosa: ganar tiempo. La planificación (es un decir) del año que viene era más o menos la heredada de Florentino: poner a Ancelotti como entrenador y fichar a dos o tres figuras; es decir, más o menos, lo que se ha hecho otros años, con los resultados que hemos visto. Como resulta que Ancelotti tiene contrato en vigor, renovado hará un mes más o menos, con el Milan, el tío se dedica a dar nombres, como si le dieran un duro por cada docena que mencionara: Wenger, Benítez, Mourinho, Capello... cada cual de su padre y de su madre, solo tienen en común que tienen nombre ante la afición, que cobran un pastón y que vendrían con todo tipo de pretensiones. La gestión del final de temporada, por su parte, es penosa: baste con recordar el tema de la Semana Santa, como desautorizó al entrenador y como tuvo que recular ante la plantilla. Quiso ganar puntos ante la afición poniéndose duro con los jugadores y al final salió con el rabo entre las piernas. Por último, como parece salirse del camino marcado por Florentino, la directiva (albacea de éste) le empieza a tener ganas. Comienza un triste espectáculo de cruces de declaraciones, faroles y amenazas, que finalmente desemboca en la junta directiva del pasado 26 de Abril, en la que se pone fin a este penoso mandato presidencial y se anuncian (por fin) elecciones a final de temporada. Por lo menos, fue breve y ya pasó.

El horizonte pasa ahora por las elecciones que se esperan para el próximo mes de Julio. Tras ellas debe entrar una nueva dirección que sepa insuflar aire nuevo y acabar con las peligrosas inercias que atenazan, como mínimo en el ámbito deportivo, al club. Sería deseable que hubieran podido ser antes, para que el ganador preparase el año que viene con tiempo, pero es lo que hay. Cabe esperar que la directiva actual deje las manos lo más libres posible a la siguiente, pero es cierto que no pueden dejarla todo por hacer para las fechas en que tome posesión. Por eso, la temporada que comienza este verano va a ser también de transición. Me temo que hasta la temporada 2007-08 no cabe esperar que estemos al nivel deportivo que cabe exigir a nuestro club, pero, al menos, el año que viene deberá ser de estabilidad y recuperación en lo institucional.

En vista de la importancia que va a tener la próxima cita electoral, que se presenta más abierta que nunca, creo que cabe citaros para más adelante para hacer un estudio de los distintos candidatos que se presenten y ver la viabilidad y los pros y contras de cada uno. De momento, no os doy más la paliza con este tema.

Un abrazote.