domingo, octubre 08, 2006

A Dios rogando y con el cazo cobrando.

En atención al tema que vamos a tratar en esta ocasión (que escojo para su análisis con la celeridad que me caracteriza, pero eso es otra historia), vamos a empezar con una parábola, que llamaremos la de "El padre y el hijo sin emancipar".

En una familia con un hijo ya mayorcete, sin oficio ni beneficio, el padre, harto de ver que este no rasca bola, le dice algo así como "Juancho, hijo, tienes ya treitaytantos años y no solo es que sigas viviendo aquí, es que también te tengo que pagar los gastos, como cuando tenías quince años. Tienes que hacerte autosuficiente y pagarte, por lo menos, tus cosas. Estarás de acuerdo conmigo en que es lo mínimo que puedes hacer. Eso sí, transitoriamente, mientras buscas trabajo, yo te daré una asignación mensual para que te puedas ir manteniendo. Pero recuerda que es algo provisional". El hijo estuvo de acuerdo y el padre, desde entonces, le empezó a pasar una cantidad fija. No obstante, los años pasaron y Juancho, el hijo, además de no conseguir su autosuficiencia financiera, tenía tantos gastos que no le bastaba la asignación que había acordado con su padre, con lo que este último, que era muy generoso, aportaba la cantidad adicional necesaria para que el hijo pudiera mantener su tren de vida. Ante esta situación, el padre se volvió a sentar con su hijo para hablar del tema y le dijo, muy seriamente: "Juancho, hijo mío, tienes ya cuarenta años, sigues viviendo en casa por la gorra, no has encontrado trabajo y encima no has ajustado tus gastos a tu asignación 'provisional', con lo que estoy pagando, en la práctica, más de lo acordado. Te voy a dar una nueva oportunidad pero aprovéchala porque es la última que tienes. Te voy a dar una asignación mayor para que pagues los gastos que tengas mientras buscas, esta vez de verdad, empleo. Pero, ojo, no voy a darte ni un duro más. ¿Estás de acuerdo, hijo?". Ni que decir tiene que el hijo aceptó el trato y empezó a recibir una cantidad mayor de dinero todos los meses.

Y, como decía Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer. El final está por escribir. No obstante, todos nos lo podemos imaginar. ¿De verdad Juancho tiene motivos para creer que su padre no le dará más dinero cuando le haga falta? ¿Qué incentivos reales tiene para buscar trabajo?¿Está su padre tomando unas decisiones buenas de cara a conseguir su objetivo, que es que su hijo deje de estar a la sopa boba? Estoy convencido de que todos los que hayan leído el texto anterior tienen claro que el hijo llegará a la edad de jubilación sin dar ni golpe.

Bueno, pues esta misma situación, a una escala mucho mayor y a costa del contribuyente, se da en España en las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica. Durante muchos años, a la Iglesia le ha interesado hacer creer a los contribuyentes que el dinero que se llevaban de los presupuestos correspondía únicamente a la crucecita que ponen sus simpatizantes en la Declaración de la Renta. Pues no es verdad, amigos. Al igual que le pasaba al padre de Juancho, el Estado ha tenido siempre que complementar, generosamente, esa cantidad hasta llegar a la que la Iglesia realmente necesitaba. Además, han tenido el privilegio (que para sí hubiera querido cualquiera) de no pagar impuestos de prácticamente ningún tipo. Ni IVA, ni gastos por las compraventas de inmuebles, por donaciones recibidas... por nada. Aunque, total, ¿que más da?, lo que hubiesen pagado de impuestos se lo hubieramos tenido que financiar luego con cargo a Presupuestos.

La respuesta del Estado ha sido la misma. No hace mucho se ha firmado un nuevo acuerdo Iglesia - Estado, por el que este último aumenta el porcentaje a pagar por la crucecita famosa del IRPF a cambio de suprimir la asignación directa adicional. Además, si no me equivoco, les vamos a hacer pagar impuestos y todo. Estamos que nos salimos.

Al igual que el padre de Juancho, Zapatero ha cometido un error. Parece improbable que la Iglesia se vaya a limitar a gastar hasta donde le de la cantidad que le destinen su fieles en la Declaración de la Renta (bueno, a sumar a la recaudación del cepillo, las donaciones recibidas, las tarifas que cobran por bodas, bautizos y comuniones, sus hospitales, colegios, etc.). Al final, si los obispos ven que no les da con lo que tienen, (y no les va dar) pedirán más dinero a Papá Estado ¿y este se lo va a negar?. Todos sabemos que no. Nada va a cambiar, salvo que les compensamos con un porcentaje superior a pagar sobre la recaudación la menor cantidad de contribuyentes que marcan la crucecita de la Iglesia al pagar sus impuestos.

Y es que, además, yo me pregunto ¿es necesario de verdad todo esto?¿De verdad tenemos que sostener los españoles a la Iglesia Católica? Alguien tendría que darse cuenta de que ya no vivimos en la España de Felipe II o en el régimen franquista y acordarse de que tenemos una Constitución desde 1978 que declara a España un estado aconfesional. Esto tiene que notarse ya. En pleno año 2006 no puede ser que tengamos que mantener, además, a tutiplén, a una institución religiosa de ningún tipo.

Seguramente, habrá quien me diga que diga lo que diga la Constitución, la Iglesia Católica está respaldada por una gran mayoría de los españoles, que quieren que se financie a su iglesia y que deben ser tendidos en cuenta. Bueno, pues si eso es verdad (cosa que dudo a la vista de la cosntante caída en el número de españoles que optan por financiar a la Iglesia en su IRPF), entonces no hay problema: es a esa inmensa muchedumbre a quien le deben pedir la pasta los Obispos, ¿por qué en vez de eso nos pegan a todos el sablazo? No encuentro ninguna explicación.
El otro gran argumento que tiene la Iglesia para defender su financiación pública radica en su acción social de diversos tipos y en los importantes gastos de mantenimiento de su ingente patrimonio cultural y monumental (catedrales, monasterios, obras de arte de todo tipo...). Bueno, pues vale. Financiemos eso. No podemos dejar que se derrumbe, pongamos por caso, la Catedral de Burgos. Sería una pérdida para todos los españoles. Pero financiemos solo eso. El resto de cosas, al aconfesional estado español ni le van ni le vienen. Que cada cual, dicho sea con todo el respeto, se pague sus vicios.

En fin, a día de hoy, todos somos el padre de la parábola del principio. Así que, por lo menos en lo que a mi respecta, Juancho, hijo, deja de dar la brasa y vete de casa a vivir tu vida, campeón.

Y eso es todo, queridos lectores, hasta el próximo artículo, que la Paz de Dios esté con vosotros. Podéis ir en paz. Un abrazo.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Enhorabuena por seguir con la ilusion de escribir estos articulos.
Con respecto a este en cosas te puedo dar la razón, pero prefiero un millon de veces financiar las actividades de la iglesia que cualquier pseudoasociación tipo AMIGOS DE LOS LATIN KINGS" ETC ETC, QUE SE LLEVAN TB UNAS BUENAS SUBVENCIONES. Y que decir de los partidos políticos......

8:23 p. m.  
Blogger El Edu said...

Bueno, Ana, muchas gracias por tu colaboración. En referencia a lo que comentas, dejando aparte lo de los partidos politicos, que es un tema de mayor complejidad de lo que puede parecer a primera vista, estoy convencido de que efectivamente hay asociaciones, fundaciones, etc., que se llevan subvenciones inmerecidas que habría que eliminar. No me cabe la menor duda, vamos. Pero no es lo mismo dar una subvención de, digamos, x euros a la (por ejemplo) Asociación de Amigos Melenudos del Ché que darle una cantidad de x millones de euros a la Iglesia. Lo segundo, desde el punto de vista del contribuyente es un millón de veces más grave, en proporción directa a la cantidad que recibe cada uno. Además, nadie más tiene garantizado el pesebre de la forma que lo tiene la Conferencia Episcopal.

Un beso muy grande.

8:10 a. m.  
Blogger Redferne said...

Lo flipante del caso es que los tios todavía se quejan, aunque como se dice por ahi, el que no llora no mama y esos lloran y maman que da gusto

11:14 a. m.  
Blogger El Edu said...

Estos mendas no necesitan ni llorar para mamar.

6:06 p. m.  

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