lunes, mayo 29, 2006

Debate Sobre el Estado de la Nación 2006 (1): Ambiente en vestuarios.

Queridos lectores:

El verano se acerca y los que tenemos jornada continua disponemos de la posibilidad de echar esas gloriosas y entrañables siestas estivales. No hay nada como ver la etapa reina del Tour de Francia o un Escocia - Emiratos Árabes Unidos del próximo Mundial de Fútbol para dejarse vencer por un beatífico y reparador sueño. Si se ha tomado antes un gazpachito, la cosa llega ya a niveles gloriosos.

No obstante, nuestros queridos políticos, sabedores de que ya hace calor y aún no disponemos de eventos deportivos que enciendan la chispa del sopor, nos facilitan esta semana un instrumento aún mas infalible para quedarnos roques a la hora de la sobremesa: el Debate sobre el Estado de la Nación.

Como, a pesar de todos los pesares, hay gente a la que (como yo) le va la marcha y le encuentra cierto interés al tema, voy a montar en este blog un operativo especial que de cobertura al evento. En este artículo, en vísperas del discurso de inauguración, vamos a estudiar el estado en que llega cada contendiente al debate.


Por el Gobierno de S.M. Hispánica: José L. Rodríguez Zapatero.

Al igual que un ciclista tras subir un puerto difícil, el presidente del gobierno se ha quitado, prácticamente, de encima un gran lastre, que le traía, a finales del año pasado y comienzos de este, por la calle de la amargura: la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Otra cosa es como haya salido del envite, pero la impresión que da en general es que, con el cierre de este tema fijado para el mes que viene (con el referendum para ratificar el texto aprobado en el Congreso de los Diputados) y el anuncio de la actual tregua por parte de ETA, ha cambiado el viento en favor del PSOE, tras unos meses bastante difíciles.

Por otra parte, en todo caso, la estrategia a seguir en este debate será la que han seguido sus predecesores en casi todos los debates de esta índole del pasado: aquí todos somos muy guapos, listos y salaos y las cosas van sobre ruedas. Le ayuda en este sentido el hecho de que la coyuntura económica, con más o menos matices, mantiene una tendencia positiva, aunque, por otra parte, poco tiene que ver él con ello. Tiene, además, la ventaja de que solo se va a encontrar radicalmente en contra a un grupo parlamentario, el Popular, que será con el que debata primero, con lo que podrá dar luego una demostración de talante en las réplicas y contraréplicas a los grupos de la oposición "templada", lo que le permitirá, probablemente, dar la imagen acostumbrada de hombre dialogante y conciliador y al mismo tiempo deje cierta impronta de radicalidad en su principal oponente, Mariano Rajoy, del que pasamos ahora a ocuparnos.


Por la leal (es un decir) oposición: Mariano Rajoy.

Como un delantero que falla en la boca de gol, el líder del PP ha podido ver como se le escapaba la gran ocasión de dar un gran empujón a su propósito de recuperar el poder en 2008 para su partido con su escaso acierto a la hora de aprovechar todo el penoso episodio de la negociación del Estatut en las cortes catalanas y más tarde en Madrid. No obstante, sin duda sabe que uno de sus grandes activos personales es su calidad como orador en el Congreso de los Diputados, donde suele mostrar una ironía y un estilo que le ponen, sin duda, por encima claramente del promedio de los intervinientes en el debate de mañana y probablemente también de su gran rival, el presidente. Por ello, seguramente echará el resto mañana, sabiendo que es una ocasión de oro para confirmarse como alternativa real de gobierno ante los ciudadanos y romper cierta idea que flota a veces en el ambiente de que está condenado a perder, de nuevo, en las próximas elecciones.

El problema es que no lo tendrá fácil. Ya el año pasado llevó la tarea que cabe esperar que haga un jefe de la oposición en estas lides, pintar todo de negro, demasiado lejos, lo que le hizo perder, en la opinión de los analistas, el debate de 2005. Todo hace pensar que repita el, a mi juicio, error, mañana, lo que volverá a perjudicarle.

Por supuesto, no es que no haya flancos débiles en la gestión del gobierno. Ni mucho menos. La vivienda sigue por las nubes y encima suben los tipos de interés, lo que puede llevar al colapso de muchas economías domésticas. La seguridad ciudadana sigue empeorando. Canarias es testigo de un auténtico abordaje masivo por parte de inmigrantes ilegales, como pasó antes en Ceuta y Melilla, no hace mucho. La política exterior flojea demasiado. Y todo esto son cosas que he sacado improvisando un rato. En la calle Génova, con todo el tiempo que llevarán preparando este tema, deben tener material para atacar al gobierno durante días y días.

Sin embargo, todos sabemos que lo más probable es que Rajoy se centre en el tema de la "ruptura de España" (ni que fuese un país de cristal de Bohemia), la cesión ante "el chantaje terrorista", etc. Por lo menos, gran parte de su equipo, militancia y electorado así lo esperan y exigen. Y, además, no le falta cierta razón en algunas cosas, por lo menos en el tema de Cataluña. Pero, aunque puedo equivocarme (me pasó una vez en el 88), creo que se va a pasar. Igual que el año pasado, cuando acusó al presidente de "traicionar a los muertos" de la violencia etarra. Y aunque este tipo de discurso tiene una gran aceptación entre sus fieles, no le gusta al electorado de centro, que es quien suele decidir las elecciones y ayuda a dar, por el contrario, la imagen antes referida de Zapatero.

No obstante, Rajoy es un político muy válido e inteligente y estoy dando por sentado que va a persistir en el error. Puede que me sorprenda y aproveche esta ocasión para dar un giro de timón a su estrategia y moderar un poco sus posiciones. Les vendría muy bien a él, a su partido y a los españoles, que empezamos estar hartos del clima de crispación reinante.


Acerca de los grupos minoritarios.

Bueno, seguir las intervenciones de los portavoces de los otros grupos de la cámara es ya droga dura, porque es que además aburren a las ovejas (menos Labordeta, que es muy salao), pero ahí vamos.

No cabe esperar que vaya a haber encontronazos serios entre Zapatero y el resto de intervinientes en el debate, pero, aún así, cada uno tendrá su pequeño matiz que aportar al asunto, que pasamos a enumerar de forma muy somera.

Los dos partidos catalanes (CIU y ERC) han cambiado recientemente su papel. El giro dado por Zapatero con el pacto con Mas del Estatut ha hecho que CIU recupere crédito como opción viable de apoyo al gobierno, mientras que ha dejado a los hombres de Carod Rovira con la idea de ser los "miuras" (por los cuernos, no por la bravura) del hemiciclo. Por ello, cabe esperar una posición más benévola de Duran i Lleida que la mostrada el año pasado (tampoco es que pareciera entonces Gargamel, la verdad) y, por contra, que Puigcercós adopte cierto aire de novia despechada y critique abiertamente al gobierno. De todas formas, si consigo reunir fuerzas (el tema cansa al más pintado, la verdad), haré un artículo monográfico sobre el Estatut cuando se acerque su referendum.

Del PNV no cabe esperar nada nuevo, salvo una extensa referencia al, en mi opinión mal llamado, proceso de paz. Seguramente dirán que hay que impulsar el tema, escuchar a Batasuna y su entorno, acercar a los presos como gesto de buena voluntad, etc. Cuando Zapatero diga que hay que tomarse el tema con calma, probablemente digan algo así como "todos los españoles sois iguales". Siempre lo hacen.

Llamazares, por su parte, intentará seguir siendo el Pepito Grillo social del gobierno. Como además, con permiso de la Ley de Dependencia, que tampoco parece ir dotada de una gran financiación, la política del gobierno en este ámbito parece no ser demasiado decidida, tendrá margen para reclamar y exigir una política "realmente de izquierdas". Otro que siempre dice lo mismo. Como Zapatero no quiere enfrentarse con él para seguirle birlando espacio electoral, seguramente se limitará a pasarle la manita por el lomo, anunciando tal o cual ley o proyecto de tinte izquierdoso. Le trata siempre con un cariño enternecedor.

Y poco más. Los vascos del Grupo Mixto dirán lo mismo que el PNV pero de forma algo más radical. Los canarios apoyarán con matices al gobierno y les pedirán que miren lo de los cayucos (o como leches se escriba). Labordeta criticará al PP. Y nosotros a esas alturas hará tiempo que nos olvidamos de que había unos políticos hablando por la tele.

Pero, tranquilos. La cobertura especial del debate seguirá alerta. Podéis desentenderos. En este blog tendréis a vuestra disposición un riguroso y sesudo análisis de todo lo dicho ayer. O casi. Pero, os aviso: me voy a tragar todo lo que pueda del debate. Como luego vea que no leeis los artículos os perseguiré hasta el fin del mundo si es necesario.

Mientras tanto, un saludo.

miércoles, mayo 03, 2006

Cóndor pasa.

Como ya sabréis, el presidente de Bolivia, Evo (si, va en serio, se llama así) Morales, ha nacionalizado por decreto el petróleo y el gas de este país, lo que ha definido como "un acto de valentía". No voy a decir que no lo sea, porque algo hay, pero la cosa es más compleja, por lo que vamos a dedicar las próximas líneas a estudiar esta decisión.

Bolivia es un país pobre, incluso en relación a los estándares de la zona, a pesar de tener unos recursos naturales razonablemente buenos, con las segundas reservas de gas del continente. Como suele suceder en los países subdesarrollados, estas reservas vienen siendo explotadas por empresas extranjeras, lo que hace que una medida como la que acaba de tomar el gobierno de Morales sea una constante tentación. Pero, ¿es un acierto?

La nacionalización de los recursos naturales que está promoviendo Bolivia tiene, en mi opinión, dos claros objetivos. El primero sería intentar apoyarse en ellos para tratar de impulsar el crecimiento económico del país, dejando todos los beneficios resultantes de la producción, exportación, etc. de el gas, el petróleo... dentro de éste, evitando que una parte más o menos sustancial de las ganancias quede en manos extranjeras. El segundo, en mi opinión, es casi más evidente todavía y es impulsar la imagen del gobierno ante la opinión pública con un acto de demagogia barata, algo así como "devolver al pueblo las riquezas de la patria" robadas o compradas a bajo precio (por culpa, claro, de anteriores gobiernos) por capital foráneo.

Respecto al tema de política interna, poco cabe decir. Si a menudo no entendemos lo que pasa aquí, empezar a analizar las decisiones políticas tomadas al otro lado del mundo ya sería para nota. Además, esta nacionalización estaba, al parecer, en el programa con el que Morales ganó las elecciones, con lo que no creo que haga falta añadir más, toda vez que los votantes han respaldado previamente la gestión.

Otro cantar es que la medida vaya a tener los efectos deseados en el ámbito económico. La idea es, parece claro, mantener toda la riqueza producida por uno de los principales activos bolivianos dentro del país. Lo que ocurre es que es posible que echando, de uno u otro modo, a las empresas extranjeras que estaban llevando a cabo la explotación, hasta ahora, de los recursos nacionalizados, la riqueza que quede en el país sea menor. Me explico. Es cierto que con una extracción, tratamiento, comercialización..., de todo lo relativo al gas por capital boliviano todos los beneficios generados por éste se mantendrán en esta nación. Pero puede ser que, gracias a la mayor experiencia, tecnología más avanzada, mejores métodos de producción, posibles economías de escala, contactos comerciales... de las empresas extranjeras que operaban en suelo boliviano los beneficios generados por el gas fueran mayores, con lo cual cabe la posibilidad (nada desdeñable) de que la parte que redunda en Bolivia, mediante impuestos, salarios pagados a empleados nacionales, concesiones, etc. de los beneficios obtenidos por empresas extranjeras sea mayor que la totalidad de los beneficios obtenidos por la explotación boliviana, lo que haría ineficiente, desde un punto de vista económico, esta gestión. Sin números a nuestra disposición, tratar de dilucidar cuál de estas alternativas es mejor es una misión totalmente imposible, pero, salvo que se hubiera concedido, en su momento, al capital extranjero el acceso a estos recursos a un precio muy bajo, no parece probable que la nacionalización sea una medida especialmente brillante, lo que hace pensar que el objetivo real de ésta fuera puramente político.

Porque, además, aún suponiendo que fuera más eficaz para su economía la explotación boliviana del gas, hay un efecto claramente negativo derivado de esta decisión: ahuyentar el capital extranjero, que es un elemento muy asustadizo y, al mismo tiempo, terriblemente importante en el crecimiento de un país pobre. ¿Quién invertiría en un país donde te pueden cambiar, de forma arbitraria, las reglas del juego? La seguridad jurídica es básica para que entren divisas en un país y conculcarla es muy mala idea si se quiere sacar adelante la coyuntura económica. Al contrario, si Bolivia diera garantías de estabilidad, dados los bajos precios que tendrá para invertir y comprar, podría tener en la inversión extranjera un fuerte apoyo en su proceso de desarrollo.

En resumen, en mi opinión, nos encontramos con un acto puramente demagógico para consumo interno, con el que se pretende recurrir al siempre socorrido "enemigo exterior" para hacer populismo y ganar las simpatías del electorado.

Por último, una breve reseña sobre la política exterior española. Resulta que Morales es uno de los "aliados" de nuestro gobierno en el mundo y la segunda empresa con más presencia en el sector gasístico boliviano es Repsol. Aunque es cierto que el impacto en esta empresa de la decisión del gobierno de Bolivia puede no ser tan importante como podía parecer (su cotización en Bolsa bajó tan solo un 0,63% el lunes), no deja de ser un nuevo tropiezo de nuestra diplomacia, que muestra la poco lúcida política internacional del gobierno de Rodríguez Zapatero, en la que parece estar volcando, al menos parcialmente, los guiños al sector más izquierdista de su electorado (ciertas simpatías con Castro y Chavez, absurdos desplantes a E.E.U.U., etc.) . No voy a decir que haya que imitar la política de "vivan las caenas que Bush nos ponga" de Aznar, pero este gobierno podría, a mi juicio, defender mucho más eficientemente nuestros intereses en el mundo si prescindiese de ciertas aventuras poco claras y optase por una línea más pragmática.

Bueno, queridos lectores, eso es todo por ahora. Un abrazo.