domingo, junio 25, 2006

Elecciones Real Madrid 2006: la ardua búsqueda de un tuerto en el país de los ciegos.

Dicen los entendidos que el Jardín de Edén descrito en en Libro del Génesis se encuentra entre los ríos Tigris y Eufrates, es decir, aunque suene a broma cruel, en lo que ahora es Irak. Sin querer quitar la razón a los estudiosos de la Biblia, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que hasta el próximo domingo, día 2 de Julio, el paraíso está en Madrid.

Aire acondicionado, bebida y comida gratis, regalos diversos, azafatas que quitan el hipo, charlas de fútbol y el escudo del Real Madrid por todas partes, todo eso y alguna cosa más que seguro que me dejo en el tintero, lo podemos encontrar en las sedes de los distintos candidatos a la presidencia del Real Madrid. El que esto suscribe, en su afán por documentarse para poder informaros de la forma más completa posible, ha llevado a cabo el sacrificio de darse un garbeo esta misma mañana por los alrededores del estadio, para comparar regalos, azafatas, nivel de atención hostelera y los programas electorales de los distintos personajes que pugnan por ser el nuevo "masa" en el Madrid.

Lamentablemente, la, en general, alta calidad de las sedes electorales no se corresponde, ni mucho menos, con la de las candidaturas presentadas. Como ya adelanto en el título del artículo, elegir a quien votar entre el ramillete de candidatos de que disponemos consiste en elegir al que nos parezca el menos malo, dado que ninguno consigue generar el más mínimo entusiasmo entre la hinchada. La campaña, además, brilla casi por su ausencia. El Mundial de Alemania se lleva casi toda la atención y casi lo único que trasciende de las declaraciones de los distintos candidatos es la plomiza y algo demagoga polémica sobre el voto por correo. No obstante, cada candidatura tiene sus señas de identidad que la diferencian de las demás y aunque varios "presidenciables" echan para atrás, cada uno lo hace por un motivo distinto. Por todo ello, paso a hacer un rápido análisis de cada uno de los candidatos, la opinión que me merecen, que cabe esperar de ellos y el nível de sus sedes, en lo relativo a presentación, invitaciones, regalos, azafatas macizas, etc.


"El hombre del póker": Lorenzo Sanz

No consigo entender como puede presentarse este hombre de nuevo a presidente del club, la verdad. Como sabrán los que tengan un poco de memoria futbolística o se hayan leído mis artículos de la pasada primavera sobre la crisis del Madrid, los cinco años de mandato de Sanz fueron erráticos, aunque afortunados, en ocasiones, en lo deportivo, nefastos en el ámbito económico, lamentables en todo lo tocante a la imagen del club..., un desastre, vaya. No obstante, como la gente tiene mala memoria y se ganaron dos Copas de Europa bajo su presidencia, está intentando vender esos años como triunfales en lo deportivo y a sí mismo como garantía de éxito. Confío en que los madridistas repitan el buen juicio que mostraron en las dos anteriores citas electorales y le impidan volver al palco presidencial del Bernabéu. Además, su local es el más cutre de todos con diferencia, aunque, a cambio, justo es reconocer que su equipo hizo bueno eso de "dar de beber al sediento" y además me dieron dos llaveros, un mechero, un boli y un pai-pai de cartón con la cara de Lorenzo. Poco es, pero menos dan en otros sitios.


El candidato oficialista: Villar - Mir

Otro antiguo conocido del palco, aunque de relación mucho más breve. Dudo que casi nadie lo recuerde, pero ya fue pre-candidato en las elecciones de 1995, en las que finalmente formó parte de las listas del fallecido Ramón Mendoza, compartiendo vicepresidencia con el ya comentado Lorenzo Sanz. Iba a ser el encargado del tema económico, pero, al poco tiempo de acceder al puesto, cogió las de Villadiego junto con su equipo y no volvimos a saber nada de él, hasta que decidió presentarse a estas otras elecciones, más de diez años después. A pesar de tener como número dos a Carlos Sáinz, uno de los más distinguidos opositores de la última etapa de la presidencia de Florentino Pérez, su candidatura parece la más continuista de todas, lo que puede darle cierta ventaja en lo relativo a posibles ayudas de los poderes fácticos del club y apoyos de votantes conformes con la actual directiva pero a nivel de popularidad le supone también una importante rémora, toda vez que la gente demanda una renovación en el club. La verdad es que su victoria el próximo día dos parece que serviría para mantener la evolución de los últimos años, buena en lo económico (Villar-Mir preside OHL, una de las más importantes empresas de la construcción en nuestro país) y torpe en lo deportivo, en la que se seguiría tirando de talonario sin ton ni son. En resumen, a este tampoco le voy a votar. Siendo justos, no obstante, hay que reconocer que su stand es uno de los mejores, esta bien ubicado, tiene futbolín, internet, te invitan a algo de beber, montan fiestas con los partidos de España en el Mundial... y además me han dado la mejor de las tres camisetas que tengo de los distintos candidatos y una entrada para "négone", un local de juegos de, por así decirlo, realidad virtual (no es eso, pero es que no se como definirlo) donde tuve que contestar varias preguntas sobre el Madrid y me entretuve un rato. El punto débil del engranage publicitario eran las azafatas, las peores de todas las candidaturas. Totalmente de andar por casa.


El "Playboy en paro": Ramón Calderón.

Un miembro de la actual directiva que ahora resulta que quiere romper con el pasado y renovar el club. Que jodío, podría haber dicho algo antes de que dimitiera Florentino, a lo mejor así tendría ahora un poco más de credibilidad. En lo deportivo, delega toda la planificación en Mijatovic, el "Héroe de la Séptima" y propone a Capello (el "Alcalde de Tacañon") como entrenador. Aunque hay candidatos peores que este y valoro su trabajo en la, muy ingrata, labor de oposición a Mendoza (curiosamente, el hijo de éste figura en su candidatura) y Sanz en las asambleas de compromisarios, no me gusta como candidato. Aparte de ser un rácano que no ofrece ni una Coca-Cola ni un mísero asiento (tuve que escuchar de pie el rollo del programa en su sede) a los socios que van a su stand, da una imagen chulesca que no me gusta nada, aparte de su participación, mayor o menor, como directivo en los desaguisados deportivos de los últimos años en el Madrid. En su haber, tan solo una camiseta cutre (mucho peor que la de Villar Mir) y el acierto, compartido con Juan Palacios, de poner a las, dicho sea de paso, muy aparentes, azafatas a dar el rollo, en lugar de los cutres comerciales de otros candidatos, que parecen sacados del grupo de amigos de Javier Cámara en la primera película de Torrente. Como curiosidad, indicar que tiene un robor como el de las películas de "Cortocircuito" haiéndole publicidad en las inmediaciones de su carpa. Simpático, que duda cabe, pero insuficiente.


El único candidato capaz de ver desde el palco las dos porterías a la vez: Juan Palacios.

Este antiguo directivo en la época de Ramón Mendoza, que parece un personaje de Pedro Vera (dibujante de "El Jueves") tiene el acierto de rodearse de varios miembros de la "vieja guardia" del Madrid, como Camacho, Pirri, García Remón o Del Bosque (aunque este último parece reunir cierto consenso entre varios candidatos) para proponer algo así como un "retorno a las esencias deportivas" conjugado con la continuidad en la exitosa política económica de Florentino Pérez. A pesar de ser un rácano (el suyo es el único local del que me he ido con las manos vacías), de llevar como vicepresidente a Fernández-Tapias, que ya ha tenido esa misma responsabilidad en la anterior junta y que parece un submarino de Florentino, de las malas experiencias anteriores del madridismo con Camacho (ya lleva dos veces en las que ha salido corriendo del club) y del cachondeo que íbamos a sufrir los madridistas con un presidente con semejante estrabismo (dicho sea con todos los respetos), me parece un candidato relativamente aceptable. Tengo que reconocer que el tema de apelar al pasado, después de estos años sufridos de aparente "modernidad", me parece tentador, aparte de acertado desde un punto de vista electoral. Deportivamente, su candidatura me parece de las más serias. No obstante, salvo cambio de opinión, no descartable, de última hora, no creo que le vote, en gran medida por los ya citados peros que me suponen Fernández-Tapias y Camacho.


El tuerto en el país de los ciegos: Arturo Baldasano.

El candidato que, probablemente, ha sacado el peor resultado en unas elecciones en la historia del club (en 2004 sacó menos del 2% de los votos) es, a mi juicio, el menos malo de los que ahora se presentan. No me gustan sus posiciones demagógicas en el aspecto económico (pone en duda los balances del club) y en el tema del voto por correo, no me convence su propuesta para el puesto de entrenador (Eriksson) y no tengo claro que sean verdad todos los fichajes que dice que va a hacer (Reyes, Cesc, Joaquín, Rooney, Diarra...) pero aún así, creo que lo voy a votar. Me gustan su propuesta de españolizar el equipo, algunos de los nombres que incluye en su staff técnico (habla de Del Bosque, Stilieke, Agustín y Corbalán) y el hecho de que ya se presentó, cuando lo tenía mucho más difícil, hace dos años, pero, ante todo, lo que me inclina a votarle a él en lugar de a Palacios (el otro al que staría dispuesto a apoyar) es su total desvinculación con el pasado del club, tanto con los años de Florentino como con los de Sanz, en un momento en el que el Madrid necesita una grandísima renovación, al menos en el capítulo deportivo. Además, es el que mejor ha preparado los temas de hostelería (no solo da de beber, sino que también da condumio) y da más regalos (una botella de vino, una camiseta, bolis y mecheros a discreción) y sus azafatas, francamente espectaculares, son comparables solo a las de Calderón y Palacios.

Y, bueno, esto es lo que hay. La resolución tendrá lugar dentro de una semana. Mientras tanto, un abrazo.

sábado, junio 17, 2006

El Estatut: la madre de todas las brasas.

Sin duda, todos recordamos cuando TVE emitió "Cristal", a comienzos de los 90, un interminable culebrón sudamericano cuyos capítulos empezaban con la canción "Mi vida eres tú" y contaban, como prólogo, con una charlita de una señora que se hacía llamar "Doña Adelaida", una maruja que hacía que Mª Teresa Campos resultase amena a su lado. O los noviazgos del Príncipe Felipe (en especial el de la modelo noruega Eva Sannum), las disputas sobre si podía casarse con quien quisiera o no, la preocupación acerca de si cumpliría o no con su obligación de dar un heredero a la corona (bendita la situación que lleve a alguien a tener que preocuparse de esas cosas), etc., tema que se prolongó hasta 2004, cuando por fin se casó con Letizia Ortiz. O la canción del "Aserejé", que hace cosas de tres o cuatro años se repetía hasta la saciedad por todo lo ancho del país.

Bueno, pues todos estos ejemplos de temas repetitivos, aburridos y estomacantes palidecen comparados con el interminable, cansino e insufrible abuso de la paciencia del personal que ha supuesto, para los españoles en general y para el que esto suscribe en particular, el proceso de cobertura informativa sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, el tan traído y llevado Estatut. No obstante, dado que parece que por fin se ve la luz al final del túnel y que este asunto, de una forma u otra, va a ser resuelto por fin, voy a hacer un esfuerzo titánico y a dedicar las siguientes líneas a un análisis de todo lo sucedido.

Parece que haya pasado un millón de años desde entonces, pero el caso es que en la anterior legislatura todavía gobernaba en Cataluña Jordi Pujol. Dado que no tenía mayoría absoluta, había alcanzado un acuerdo con el PP para asegurarse la gobernabilidad, a cambio de comprometerse a no impulsar ninguna reforma del Estatuto de Autonomía. Como en Cataluña, si alguien quiere llegar a algún sitio en política tiene que declararse "catalanista" y todos se pelean (metafóricamente hablando, claro) por ser el más catalanista de todos, los rivales de CiU aprovecharon este flanco débil para reclamar una reforma del Estatut (que jodíos) y denunciar la alianza de Pujol y sus muchachos con el PP, único partido catalán con representación parlamentaria que se podría definir como "españolista".

En esto llegaron las elecciones autonómicas y Zapatero, entonces líder de la oposición, se comprometió en un mitín, si salía elegido presidente, en las elecciones generales que iban a tener lugar pocos meses más tarde, a aceptar cualquier reforma estatutaria que aprobase el Parlamento de Cataluña. En aquel momento, la verdad, nada hacía pensar que tuviese que cumplir la promesa. El PP se había recuperado de unos meses muy difíciles (primero la huelga general, luego el Prestige, finalmente la Guerra de Irak) y parecía tener casi todas las papeletas para repetir victoria en las elecciones de marzo de 2004. Vista con perspectiva, al igual que entonces, esta promesa parece todo un brindis al sol. No por ello deja de ser un error que ha estado pagando durante casi todo lo que llevamos de legislatura.

Sea como fuere, el caso es que las elecciones dieron la llave de la gobernabilidad en Cataluña a ERC, que optó por formar un gobierno de izquierdas con el PSC (algo así como la sucursal del PSOE en Cataluña) e IC (versión catalana de IU) en lugar de coaligarse con CiU, la otra alternativa de la que disponía. Uno de los principales objetivos del gobierno tripartito recién formado fue, claro, la reforma estatutaria.

Poco tiempo después, este objetivo recibió un fuerte impulso con el resultados de las Elecciones Generales del 14 de Marzo de 2004, en las que el PSOE recibía la confianza mayoritaria de los españoles, formando gobierno con el apoyo en la investidura de ERC e IU, lo que parecía una reedición del, ya por aquel entonces, tan denostado, en algunos círculos, tripartito catalán.

Así, con la promesa previa de Zapatero, que ahora se veía forzado a cumplir y el apoyo en Madrid de los independentistas catalanes de ERC al gobierno, el trámite parlamentario en Barcelona del nuevo Estatut se convirtió en una subasta entre CiU, ERC y PSC para ver quién daba más (es decir, como decía antes, qué partido era más catalanista de todos). Como en esa subasta todos pujaban sin tener que asumir luego el resultado final (cosa que se achacaba a lo que se llama, en Cataluña y otros lugares, "Madrid", es decir: el Estado, que es quien tendría que entregar las competencias que ellos pedían, otorgar la financiación que exigían, invertir las cantidades que determinaran, ceder, en definitiva, todo lo que se exigiera en el parlamento catalán), pasó lo que tenía que pasar: se aprobó un Estatut que no había por donde coger, desde un punto de vista legal (había varios aspectos que eran de poco probable constucionalidad) y político (podía resultar más o menos aceptable para el electorado catalán pero en absoluto era digerible por el español, que se encontraba en general bastante descontento con como se había ido desarrolando el tema, sin contar con que estaba también calentito con cruces diversos de declaraciones entre políticos de uno y otro bando, campañas de boycot, etc.).

Así pues, siguiendo el trámite de reforma de un estatuto de autonomía, la propuesta aprobada por el Parlament llegó al Congreso de los Diputados para su convalidación. Como ya he dicho, era evidente que, en el caso de ser aprobado, la iniciativa catalana iba a tener que ser reformada a fondo. Aun así, Zapatero se había comprometido a apoyar lo que saliese de Cataluña al respecto. En esta tesitura, cabe hacerse dos preguntas, ¿estaba Zapatero obligado políticamente a dar por bueno lo que había llegado al Congreso? y sobre todo ¿por qué aprobaron en Cataluña un Estatuto que estaba claro que no podía ser aprobado en Madrid sin ser modificado?

La respuesta a la primera pregunta es no, por dos grandes razones. Por un lado, hubiese sido un auténtico suicidio político para el PSOE votar si a reforma estatutaria aprobada en Cataluña. Por otro, aún más importante, los poderes ejecutivo y legislativo están sujetos a los límites marcados por la Constitución, por lo que es absurdo, por inútil, aprobar una ley inconstitucional, puesto que es, como tal, inválida en lo que contradiga a ésta. Precisamente, la inconstitucionalidad de la propuesta catalana fue la gran coartada de Zapatero para poder acometer el recorte del Estatut.

Acerca de los motivos por lo que se aprueba una propuesta que no tiene posibilidades de salir adelante, la respuesta es también simple. Con los tres principales partidos dándose golpes en el pecho en el Parlament por ver quien siente más los colores de la Senyera, resultaba más fácil apostar por un estatuto de máximos y dejar la ingrata e impopular, ante su electorado, tarea de ser "El Tío Paco con las Rebajas" a... lo habéis adivinado, a "Madrid". De esta manera, salvaban la cara ante sus simpatizantes y votantes potenciales (ellos seguían siendo catalanistas, claro) y dejaban margen para seguir cultivando toda su panoplia de quejas sobre el maltrato de Madrid a Cataluña, el centralismo, el anticatalanismo español, etc. Otra cosa es que, aparte de los partidos con presencia únicamente en Cataluña, hiciera lo mismo el PSC. La verdad es que Maragall le hizo un flaco favor a Zapatero permitiendo que se formara la que se formó con este tema, pero, claro, si hubiese dicho que tal o cual cosa no eran posibles le hubieran dicho que era "españolista" y eso no podía ser. Faltaría más. No es de extrañar que en el PSOE quieran prescindir de Maragall en las próximas elecciones de Cataluña. Está por ver si lo logran.

Con la tramitación en Madrid de la propuesta del Parlament, empezó un mercadeo que continuó con el hartazgo que ya había empezado el periplo catalán de la iniciativa de reforma. Mientras el PP se quedaba aparte de todo el proceso y se dedicaba a recoger firmas y a propagar su teoría (que no se sostiene por ningún sitio desde un punto de vista jurídico) de la "reforma encubierta de la Constitución", el PSOE y los partidos catalanes se dedicaban a discutir interminablemente la contundencia con que habría que recortar el engendro jurídico y político llegado al Congreso. Con unas encuestas desfavorables y la presión creciente de la derecha y su fuerte brazo mediático, al Gobierno le interesaba cerrar el tema cuanto antes para cortar la "hemorragia política" que le suponía, lo que logró, a falta de algún que otro fleco, con el célebre acuerdo Zapatero-Mas de comienzos de año.

El citado acuerdo fue una brillante jugada política de ambos. El presidente cerraba el tema del Estatut, que tantos quebraderos de cabeza le había dado, salvaba con cierta dignidad la cara en lo relativo a su famosa promesa de la campaña de 2003, establecía una sintonía con CiU que le podía ayudar a recabar su apoyo en Madrid a las inciciativas del Gobierno y además le daba una colleja política a ERC y a Maragall, que le habían dado tanta guerra en los últimos tiempos, unos vendiendo caro su apoyo al Gobierno en el Congreso y el otro, como ya se ha dicho, no impidiendo los problemas que había tenido como consecuencia de la propuesta aprobada en Cataluña del nuevo Estatut. El líder de CiU, por su parte, conseguía ganar imagen de hombre de Estado y reeditar la imagen que había tenido su partido con Pujol de eje de la política catalana, sobre todo en las relaciones de ésta con España.

Tras la aprobación en las Cortes Generales del Estatuto acordado por el Gobierno y CiU este quedó pendiente tan solo de ser refrendado por el pueblo catalán en referéndum. En la posición tomada respecto a éste, hemos sido testigos del último sainete del Estatut, protagonizado pro ERC. Los independentistas catalanes, que habían quedado desairados por Zapatero al dejar de ser, tras el ya mencionado acuerdo Zapatero-Mas, sus "catalanes de cabecera", se encontraban de repente con que se aprobaba un estatuto que no tenía que ver, en ciertos aspectos, con el aprobado en Barcelona, cuando ellos probablemente eran los únicos que lo votaron que se lo tomaban en serio. Al final, decidieron darle un regalo político a los votantes del texto finalmente aprobado en general y a Zapatero en particular votando no al nuevo Estatuto en el Congreso de los Diputados (alineandose con el PP, su archienemigo) y tras varios bandazos (proponer la abstención, inclinarse por el voto nulo, dar a elegir entre el no, la abstención y el nulo) y la intervención de sus bases, proponer este mismo voto al electorado catalán en la consulta popular de este fin de semana. Así, nos encontramos a los partidarios del "si" (PSC-PSOE, CiU, IC) convertidos en los estandartes de la moderación, enfrentados a unos partidarios del "no" (PP y ERC) heterogéneos y asimilables a las posiciones más radicales en uno y otro sentido. Cabe esperar, así, que gane el "si" de calle, (al fin y al cabo sus partidarios sumaron, aproximadamente, el 70% de los votos en las últimas autonómicas, frente al 28% de los del "no" y probablemente los primeros roben apoyos a los segundos), lo que previsiblemente impulse a sus defensores en las elecciones al Parlamento Catalán que tendrán lugar en unos meses, aunque eso, como suele decirse, es otra historia, que deberá ser contada en otra ocasión.

En definitiva, y ya termino, el problema del Estatut es uno de tantos creados por los políticos que luego les cuesta Dios y ayuda resolver. Habrá que dejar pasar un tiempo para ver las consecuencias del texto aprobado, pero dudo que sean ni mucho menos las apocalípticas predicciones de Rajoy y el resto del PP. A corto plazo, eso sí, ha servido para impulsar a CiU, cuando cabía esperarle muy malos tiempos, tras pasar a la oposición catalana después de más de 20 años en el gobierno, le ha llevado a ERC hacerse, probablemente, un hara-kiri político, ha sido excusa para fomentar las tensiones entre distintas tierras de España (boycots, declaraciones descacharrantes de políticos y medios de comunicación...), ha desgastado por momentos al gobierno (aunque está por ver que su impacto final sea tan negativo como parecía) y le ha dado munición a la oposición, aunque no parece que la haya sabido aprovechar especialmente bien. En resumen, se acaba el gran culebrón político de los dos últimos años. Pero no echéis las campanas al vuelo, porque tenemos otro esperando: las conversaciones con ETA y la paz en el País Vasco. Pero eso, ya sabéis, es otra historia.

P.D.: felicidades a mis primos Mamen y Sergio, que acaban de ser padres de un niño y de paso me han hecho tío, aunque sea segundo. Un beso a los tres.

jueves, junio 15, 2006

La farsa de la Furia o la Furia ha muerto o ¿Furia? BWHAHAHA

Hola amigos, no escribo ni de coña como el Edu pero como tengo permisos y como he visto que tanto a Josele como a mi nos apetecía que este blog recogiese este tema tan terrenal, pues ahí van unas letras pa empezar a charlotear.

Primero: Ésto es a lo que debe jugar a España, tenga quien tenga como rival y tenga o no tenga suerte, es para lo que mejor servimos, para "tocarla" y que arriba estén acertados, otro tipo de juego es un imposible para el perfil de jugadores que tenemos. Segundo: La actitud fue excelente, el hambre de ganar "bien" fue fundamental, aunque no se si fue mérito del abuelo Luis o fue el disfrutar por parte de los jugadores de la sensación de sentirse buenos...
Así que a mi lo de la furia y todo eso me parece que es un error histórico; más que nada una definición llena de humo, así que sin extenderme en el partido (para eso están los replys) me alegra que hayamos cogido la influencia del Barcelona e intentemos hacer lo que más se ajusta a nuestra características, porque además esa es la manera de ilusionar a la peña y dejar poso.

"Trae p'acá que os voy a enseñar yo por donde me paso la Furia"

Conclusión niños, mi deseo es que lo ocurrido en este partido suponga lo que supuso en su momento Di Stefano para el Madrid ,el Cruyff entrenador para el Barça o Toy Story para las pelis de animación. Que ésto sea un comienzo, una declaración de intenciones que diga "a jugar a ésto como mínimo", no se , quizás ayude a que llegemos más lejos en las fases finales o a que todos seamos más de la selección, jugadores incluidos.

jueves, junio 01, 2006

Debate sobre el Estado de la Nación 2006 (2): resultado y goleadores.

Velázquez pintó "Las Meninas". Fleming descubrió la penicilina. Gandhi fue el apostol de la no violencia. Al lado de sus logros, tragarse el debate casi entero no parece una gran hazaña pero, como todos sabemos, no es algo que carezca, precisamente, de mérito. Ahí vamos con el resumen y análisis de lo que han dado de sí estos días de trifulca política.

Cualquier aficionado al deporte sabe que cuando un equipo critica furibundamente al árbitro generalmente no le marchan bien las cosas. Si alguien pide una revancha es, indudablemente, porque ha perdido. Si, además, se queja de las reglas del juego es que es un mal perdedor. Rajoy hizo todo eso. Mi impresión, efectivamente, es que ganó el presidente.

En vista de que la situación económica (como él mismo reconoció) es buena, lo que siempre dificulta la labor de oposición, Rajoy se centró en su crítica, con algunas cortas referencias a otros temas (educación, política exterior, vivienda, etc.), en los problemas de inmigración, inseguridad y ante todo, en política territorial, terreno que siempre se ha considerado que era la gran baza del PP en esta legislatura para desgastar al gobierno y del que hablaremos más tarde. A pesar de que habló bien y de que no le faltaban argumentos, el presidente del Partido Popular, a mi juicio, fue a por lana y salió trasquilado. No se puede argumentar que la economía va bien por la inercia del gobierno anterior, estando como estamos ya a mitad de legislatura e insistir, al mismo tiempo, en que lo que va mal es por culpa del gobierno. Con esta línea de actuación solo consiguió quedar a merced de la batería de cifras con que contraatacó Zapatero en su réplica, dando ratios económicos mejores que los encontrados por su gobierno al tomar posesión en 2004, cifras de criminalidad menores que en la legislatura anterior, datos de la reducción de entradas de ilegales en pateras, etc. De esta manera, el presidente consiguió que la sensación que tuvieran los espectadores fuese, precisamente, la contraria. En los siguientes turnos Rajoy no logró dar la vuelta a la situación, dando, además, una imagen tensa e irascible.

En las críticas sobre el (insufrible) proceso general de reforma estatutaria, a Rajoy le falló de nuevo su crónico error de desmesura. Habiendo, como hay, un importante terreno para la crítica a la acción del gobierno que es, al mismo tiempo, su derecho y su deber aprovechar, creo que le faltó cierta moderación en ésta. Es cierto que el tema está, en ocasiones, muy mal llevado, que no está claro dónde se quiere llegar con él y que carece del deseable consenso entre los dos grandes partidos nacionales. Pero también lo es que se apuntan al carro las autonomías gestionadas por su partido y que la ausencia del consenso es, como mínimo, igualmente imputable a ambos. El tema, además, no parece dar tanto de sí como prometía hace un año, con un Estatut recortado seriamente, tras el famoso apretón de manos de Zapatero y Mas, respecto al engendro que salió del Parlament, con un referendum a la vista en el que piden simultáneamente el "no" ERC y PP (lo que hace dar la impresión de ser más moderados a los partidarios del "si"), el proyecto de reforma del estatuto andaluz (que intenta dar normalidad al catalán), etc. Resulta, por último, paradójico que utilizase una parte tan importante de su tiempo en hablar de algo que según dijo "no interesa a los ciudadanos". Creo que si Rajoy hubiese dado un tono más moderado y razonable, huyendo de tintes apocalípticos y dándole al tema la importancia que tiene (puede que mucha, pero no tanta) a su intervención en este asunto, su crítica hubiera sido, paradójicamente, más fuerte. Tal y como lo hizo, le sirvió en bandeja a Zapatero una nueva oportunidad de pintarle como "profeta de desgracias que no se cumplen", imagen del líder de la oposición que, tristemente para él, cada vez le cuadra más. Además, la buena relación exhibida por el presidente en su debate con el resto de portavoces, tal y como adelanté en el artículo anterior, ayuda a dar una fuerte imagen de aislamiento y radicalidad del PP, que resta valor a las críticas de "sectarismo" y de querer "sembrar cizaña entre los españoles, dividiéndoles entre buenos y malos" (solo un político tan experimentado como Rajoy es capaz de decir esto y quedarse tan pancho, cayendo lo que cae desde las filas de la derecha y sus baterías mediáticas) y sitúa, por el contrario, al PSOE en el centro político, lugar del que el PP parece querer volver corriendo a la derecha, tras el largo, sufrido y tortuoso (y algo ficticio, pero eso es otra historia) viaje a éste que llevó a cabo desde finales de los ochenta.

Por supuesto, podría equivocarme, pero creo que el PP, probablemente por su brusca e inesperada derrota en las elecciones de 2004, está cayendo en la trampa de Zapatero, que no para de ponerles pieles de plátano ("Papeles de Salamanca", bodas gays, política territorial, retirada de la estatua de Franco, etc.) para que se deslicen por la pendiente de la radicalidad y la crítica exacerbada, de forma que acaben por espantar a los votantes de centro, que son lo que suelen decidir las elecciones. En todo caso, estamos a mitad de legislatura y las cosas pueden dar todavía muchas vueltas. Eso sí, si Rajoy fracasa de nuevo en 2008, creo que tendrá los días contados como líder del PP. Pero me estoy desviando del tema, estamos hablando del Debate sobre el Estado de la Nación.

Realmente, poco queda por decir. Los portavoces de los grupos minoritarios siguieron el esquema marcado. El PNV y sus muchachos hicieron hincapié en el tema de ETA. El grupo Mixto apoyó, con más o menos matices, al gobierno. CC se quejó del tema de los cayucos. Llamazares no quiere sentirse utilizado por el gobierno y le pidió que eligiera cuales iban a ser sus aliados. Zapatero, claro, no lo hizo. Quiere seguir siendo amigo de todos, según le convengan sus votos para una iniciativa u otra. Puigcercos, tras el culebron del traído y llevado Estatut, parecía una persona que se encuentra con que su pareja, tras una larga y satisfactoria relación, le deja plantado en el altar (así parecen sentirse tras el acuerdo Zapatero-Mas). Aún así, no le criticó demasiado. Duran i Lleida, por su parte, regañó en ocasiones al gobierno por algunas facetas de su gestión, pero de forma tan moderada que parecía un padre que quiere que su hijo saque sobresaliente y se encuentra con un notable. Eso sí, resulta más ameno que sus antecesores en el puesto de portavoz de su grupo, como Molins, que debería estar recetado para el insomnio. En definitiva, todo muy versallesco y de guante blanco, como ya había indicado antes. Si sigue así la cosa, Zapatero tiene prácticamente garantizada la gobernabilidad durante lo que queda de legislatura.

Y eso, amigos, ha sido todo sobre este tema. Ya está bien, que he vuelto a escribir un tocho. Luego me quejaré si no me lee nadie. Pero si alguien ha llegado hasta el final, me gustaría conocer su opinión. Espero vuestros comentarios.

Hasta el próximo artículo, un fuerte abrazo.